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TENDENCIAS INDUSTRIALES EN EL MERCOSUR Y LA CRISIS ACUTUAL.
APUNTES HACIA UNA PERSPECTIVA DE LOS TRABAJADORES

Econ. Gustavo Bittencourt


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4. Algunas conclusiones en dirección a un programa común de política industrial de los trabajadores del MERCOSUR

Un primer aspecto de interés se refiere a que la parte más dura de la apertura económica respecto a terceros países ya fue realizada. Es decir, más allá de que todavía quedan sectores que deben converger hacia el AEC, este se configura en un objetivo cercano que va a dar estabilidad futura a la política comercial externa, lo que implica que pese a que queden instrumentos de política comercial en uso actualmente, los mismos no serán desmantelados o en todo caso, serían sustituídos por otros más racionales pero que implicarán cierta permanencia de los niveles de protección. Para algunos sectores es posible que puedan aplicarse medidas de protección bajo la forma de políticas anti-dumping o similares.

Esta observación parece particularmente relevante para las economías de Argentina y Uruguay, en las que varios sectores verán elevado su nivel de protección (en particular los bienes de capital y algunos insumos), a la vez que se generarán "desvíos de comercio", sustituyendo importaciones desde el resto del mundo por importaciones desde Brasil, en ramas particularmente relevantes desde el punto de vista de la actualización tecnológica. Este "costo" a pagar por el proceso de integración adquiere sentido en la medida de que estas economías puedan beneficiarse del desarrollo de estas industrias portadoras o difusoras de progreso técnico (con las limitaciones propias de su tamaño relativo y de la necesaria especialización derivada del mismo), y que este desarrollo no se concentre en exclusividad en la economía brasileña, cómo parece ser la tendencia.

En la actual coyuntura recesiva, pero especialmente dentro del panorama una vez que comience a superarse la recesión, parece configurarse una situación similar, desde el punto de vista de los precios relativos, a la que se vivió a inicios de la década. Alguno de sus rasgos previsibles, podrían mostrar una pérdida de importancia para ese país del MERCOSUR como elemento de activación coyuntural de la industria, en la medida que retome su posición como global trader en manufacturas; dificultades para el acceso de productos

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industriales desde Argentina y Uruguay a este mercado, heridos por la asimetría macroeconómica que se suma a las brechas de competitividad estructurales. Por lo tanto, para que los potenciales beneficios de la integración para el desarrollo industrial de las economías de Argentina y Uruguay sea realizables, y superen sus costos, se requeriría de que las instituciones jueguen un rol diferente al que vienen desempeñando.

Por otra parte, es indudable que las modernizaciones industriales de esta década, fuertemente asociadas al ingreso de IED, implican "ganancias" sociales y desde el punto de vista del "desarrollo". Un balance mesurado no puede dejar de observar que estas ganancias han sido limitadas y con un costo muy elevado en términos de empleo y condiciones de vida de la población trabajadora. Una política industrial desde la perspectiva de los trabajadores, debería propender a que, sin perder los logros del período, se reoriente la transformación industrial hacia los tres objetivos de desarrollo enunciados, moderando los efectos negativos en curso: pérdida de empleos y escaso dinamismo inversor, debilitamiento del tejido industrial y de las PyMES, desnacionalización y debilitamiento del "núcleo endógeno" de actualización tecnológica. Las dos primeras tendencias pueden verse limitadas o parcialmente corregidas como efecto de la devaluación para el caso de Brasil; pero ese mismo factor las agrava para los casos de Argentina y Uruguay. La tercera, aparece como un desafío para el conjunto de las economías del MERCOSUR.

Parece de especial interés, en este momento, retomar el planteo de Motta y Nofal (1994), como base de discusión de una propuesta a elaborar. En oportunidad de la publicación de las conclusiones sobre los estudios de competitividad encargados por el subgrupo 7, culminados en 1994, se abrió una interesante oportunidad para caminar en dirección a un desarrollo industrial más armónico, la que suponía una revisión del proceso de liberalización en algunos sectores industriales. La propuesta de los consultores principales del proyecto (Motta y Nofal, 1994) identificaba las brechas competitivas externas e intraregionales, apuntando a una estrategia que consideraban: "fundamental para evitar un proceso cumulativo de desindustrialización, con sustancial pérdida neta de puestos de trabajo, que resultaría de una postura pasiva frente al escenario tendencial de profundización de los gaps (de competitividad) externos del MERCOSUR".

Entre otros consensos necesarios, esta propuesta requeriría de acordar la "prioridad de las estrategias sectoriales de reestructuración industrial" con "definición de directrices (comunes) en cuanto a los objetivos generales y específicos (...) y en cuanto al uso de instrumentos de política dirigidos a alcanzar esos objetivos." Se recomendaban entonces Acuerdos de Reestructuración Industrial para algunos sectores con brechas competitivas importantes: Textil-confecciones, Automotriz, Química Fina, Papel, lista en la que dejaban a estudio la incorporación de Cerámicas, Siderurgia y Petroquímica. Dichos acuerdos suponían una negociación tripartita (gobierno, empresarios y trabajadores) dentro de ámbitos institucionales regionales. A su vez, se establecían posibles fuentes de financiamiento para la constitución de

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"fondos de reconversión", los que serían utilizados en una gama de instrumentos que se aplicarían en plazos limitados, de acuerdo a cada sector. Se planteaba también una clara exigencia de desempeño de las empresas, como contrapartida del eventual uso de medidas de protección temporarias, "descendentes en el tiempo y explícitas", o de otros instrumentos promocionales.

La variación de las condiciones actuales respecto a las vigentes en el momento de surgimiento del planteo citado, luego del cual se aceleró un proceso de modernización industrial asociada a la IED (que se apoyó, por otra parte, en importantes subsidios a la inversión), sugieren la importancia de incorporar esta dimensión (la propiedad del capital), en el marco de una propuesta de este tipo.


© Friedrich Ebert Stiftung | technical support | net edition fes-library | Mai 2001

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