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Las trabajadoras y el Mercosur : una propuesta para el observatorio de trabajo / Alma Espino. - [Electronic ed.]. - [Montevideo], 1999]. - 24 S. = 61 Kb, Text & Image files . - (Serie documentos sindicales del Mercosur) Electronic ed.: Bonn : FES Library, 2000 © Friedrich-Ebert-Stiftung
PRESENTACIÓNEste documento fue elaborado en el marco del proyecto de cooperación Friedrich Ebert Stiftung (FES) y la Coordinadora de Centrales Sindicales del Cono Sur (CCSCS). Se presentó en el Seminario de la Comisión de Mujeres de la CCSCS realizado los días 3 y 4 de mayo de 1999 en Asunción, Paraguay. Su finalidad principal consiste en plantear algunos elementos de discusión para la elaboración de la propuesta de incorporación de la perspectiva de género, entre los cometidos y actividades del Observatorio de Trabajo del Mercosur. Así mismo se espera que sirva de base al intercambio de ideas de los distintos actores sociales, organismos oficiales y organizaciones no gubernamentales, respecto a las necesidades de información en torno a la temática. El trabajo se organiza en cuatro apartados. En el primero se hace una introducción al tema, en el segundo, se fundamenta desde el punto de vista conceptual y empírico respecto de los factores que contribuyen a las diferencias de oportunidades y resultados entre los sexos en el mercado laboral. En el tercer apartado se realiza una primera aproximación a los criterios y necesidades de información, así como a los posibles indicadores estadísticos para la incorporación de la perspectiva de género a los cometidos y actividades del Observatorio de Trabajo del Mercosur. Por último, se realizan algunos comentarios y reflexiones finales. I. INTRODUCCIÓNEl proceso de integración económica regional, Mercosur, en el contexto de las nuevas modalidades de inserción internacional y de competencia de nuestras economías, tiene indudables repercusiones sociales. La reestructura productiva que se genera en este contexto tiene para cada país distintas repercusiones, que se relacionan con un conjunto de factores: su dimensión física y demográfica, su dotación de recursos naturales, su estructura productiva, las características de su mercado de trabajo, etc. Los impactos también dependen de la forma que asume el proceso en términos de plazos, del carácter de la intervención estatal, de las estrategias desarrolladas por los agentes públicos y privados, y de la capacidad de acción de la sociedad civil organizada. Desde los inicios del proceso de integración, las centrales sindicales agrupadas en la Coordinadora de Centrales Sindicales del Cono Sur (CCSCS), formaron la Comisión Sindical del Mercosur para participar en forma centralizada en las diferentes instancias del proceso. De este modo las organizaciones sindicales participaron en el Subgrupo de Trabajo Nº11 de "Relaciones laborales, empleo y seguridad social" de integración tripartita, hasta fines de 1994, en la determinación de las asimetrías más importantes en los mercados laborales de la región, promoviendo estudios sobre diferentes aspectos del mercado laboral para mejorar el conocimiento de la realidad regional y la capacidad de formulación de propuestas [La evaluación realizada en torno a las actividades en este Subgrupo por parte de los trabajadores destaca como aspectos positivos: "...la conquista por parte del movimiento sindical de la región de un espacio institucional y credibilidad política por parte de sus interlocutores, la acumulación de aprendizaje y capacidad técnica, el alcance de niveles inéditos de coordinación y articulación en la acción."]. A partir la nueva institucionalidad del MERCOSUR aprobada en el Protocolo de Ouro Preto, se constituyó el Foro Consultivo Económico y Social (FCES) como órgano de representación de los sectores económicos y sociales, integrado por igual número de representantes de cada Estado Parte, con funciones consultivas que se manifiestan mediante Recomendaciones al Grupo Mercado Común [ A diferencia del Subgrupo Nº11, el FCES tiene mayor peso institucional al ser una de las seis instituciones del Mercosur; por su pare, integra a otros sectores sociales además de empresarios y trabajadores.] y se reinstaló el Subgrupo técnico de Relaciones laborales, ahora Nº10. Las actividades de la CCSCS y los trabajos en el Subgrupo Nº 11 y Nº10, dieron lugar a la propuesta de la "Dimensión Social del Mercosur", consistente en un sistema de reglas laborales y sociales que garantizan iguales derechos y condiciones de trabajo para todos lo trabajadores que libremente circulen por los cuatro países. Esta propuesta fue recogida por le Grupo Mercado Común (GMC) y elevada al Consejo Mercado Común, donde se aprobó la declaración Sociolaboral del Mercosur [ Documento sin efecto jurídico vinculante.]. Por su parte, el GMC creó por resolución del 9 de marzo de 199 la Comisión Sociolaboral del Mercosur [Organo tripartito, auxiliar del GMC, de carácter promocional y no sancionatorio con el objetivo de fomentar y acompañar la aplicación de la declaración Sociolaboral del Mercosur.].
Entre los considerados avances en la dimensión social de la integración se ubica el Observatorio del Mercado del Trabajo del Mercosur, creado por el Grupo Mercado Común, un órgano técnico permanente, de información y consulta sobre los temas relacionados con el mercado de trabajo, de carácter público, de gestión tripartita y subordinado al SGT Nº 10. El Observatorio se propone facilitar la toma de decisiones referentes al mercado de trabajo, fomentando la producción, recolección, análisis y difusión de información sobre el mercado de trabajo en la región, para lo cual, se plantea varios objetivos: consolidar la información producida sobre el mercado laboral en el ámbito del Mercosur; crear, mantener y divulgar una base de datos comparables; relacionarse con instituciones que realizan investigaciones; facilitar el conocimiento de estudios e informaciones sobre los resultados de las políticas, proyectos y programas de acción. Las actividades encaradas para el logro de estos objetivos pueden contribuir a reforzar una acción sindical más propositiva donde se conjuguen los aspectos comerciales, productivos y laborales. La propuesta de incluir la perspectiva de género entre los objetivos de las actividades del Observatorio se ubica por un lado, entre los esfuerzos por mejorar el conocimiento del desempeño de las principales variables en los mercados de trabajo de la región y los efectos de las políticas en aplicación; por otro, responde al afán de garantizar la igualdad de oportunidades para ambos sexos, como una condición de la equidad social y de la eficiencia en la asignación de los recursos. II. GÉNERO Y TRABAJO1. Información y participación económica de las mujeresLa tendencia al aumento de la participación femenina en el trabajo remunerado es un fenómeno verificado tanto en el ámbito regional como en el internacional. A pesar de ello y de los avances en la situación de las mujeres en ese terreno, aun se constatan serios desequilibrios tanto entre las normas de inserción laboral femeninas y masculinas, como entre el aporte realizado por hombres y mujeres y la retribución percibida. En este sentido, la IV Conferencia Internacional de la Mujer de Beijing (1995) colocó entre sus esferas de atención el acceso de las mujeres a los recursos económicos y al empleo, como base para el desarrollo con equidad. En la Plataforma de Acción Mundial de Beijing se destaca entre sus objetivos estratégicos:
El cumplimiento de dichos objetivos supone la necesidad de implementar mecanismos institucionales para la igualdad que permitan incorporar la perspectiva de género en todas las esferas de la política y del gobierno (PAM, 1995). Los diagnósticos que puedan servir de base a las decisiones políticas, proyectos y programas de acción gubernamentales o privadas sobre el área del trabajo así como el análisis de sus repercusiones sociales, requieren apoyarse en indicadores sensibles a la situación de hombres y mujeres en el ámbito laboral y a su evolución. Por estas razones se ha destacado por un lado, la importancia de medir y medir bien la participación en la actividad económica de los trabajadores y trabajadoras y por otro, la necesidad de mejorar la medición de la participación femenina y su vinculación con la pobreza y las políticas de asignación de recursos (CEPAL, 1997). Esos requisitos se vinculan a la elaboración de estadísticas que contemplen la desagregación por sexo del conjunto de variables e indicadores económicos y sociales, y consideren indicadores específicos asociados a los roles de género. Los análisis tradicionales sobre el mercado laboral se han basado en "indicadores neutrales al sexo", y han tendido a considerar por lo tanto, trabajadores homogéneos sin tomar en cuenta, las determinaciones genéricas vinculadas a los roles que les son asignados socialmente y desempeñan hombres y mujeres. Una serie de estudios se han orientado a mostrar las limitaciones de dichos indicadores en términos de género y han realizado propuestas para la elaboración de nuevos y más eficaces. En los países de la región, la información que se difunde --generalmente a partir de encuestas de hogares-- muestra todavía, a pesar de los esfuerzos realizados, una serie de carencias en las desagregaciones por sexo. Por otro lado, los conceptos en que se fundamentan los indicadores tradicionales, las formas de recolección de la información, el tipo de información que se recoge y la forma en que se procesa también muestran ciertas limitaciones para dar cuenta de los acelerados cambios en los mercados de trabajo de la región y entre ellos, el aumento de la participación femenina (Pollack, 1997). Para superar dichas limitaciones se han propuesto cambios en los actuales indicadores así como el diseño de otros, a fin de contar con instrumentos estadísticos más adecuados para describir las transformaciones en las economías, el rol de la mujer y el mercado de trabajo. 2. Las diferencias entre hombres y mujeres para el acceso al empleoLas diferencias por sexo entre los trabajadores se expresan en la proporción de hombres y de mujeres que participan en las consideradas actividades económicas, pero también, en las formas de inserción, tanto en lo que se refiere a su ubicación por ramas de actividad, categorías y tipos de ocupación y a las condiciones del empleo. En relación a estas diferencias, se ha señalado que la división sexual en la que se asienta la organización económica de la sociedad y la distribución inequitativa y jerárquica de las tareas de producción y reproducción social, dan lugar por un lado, a la contradicción entre trabajo doméstico y extradoméstico, y por otro, a una valoración y distribución dispar de los dos tipos de trabajos. Esa desigual valoración y distribución del trabajo doméstico opera como un mecanismo de segregación de las mujeres y resulta en asimetrías entre los sexos. Por una parte, las mujeres se concentran en la esfera doméstica desproporcionadamente y, en la medida que ello condiciona sus posibilidades de acceso al empleo, se distribuyen también en la esfera del trabajo extradoméstico de manera desigual e inequitativa en relación a los hombres, con oportunidades desiguales (de Oliveira y Ariza, 1997). El trabajo en la esfera doméstica La participación de las mujeres en el trabajo doméstico, pese a la acción del movimiento de mujeres y de los organismos internacionales, tiende a no valorarse como trabajo y por consiguiente, tampoco desde el punto de vista económico. Entre las limitaciones que presentan los indicadores tradicionales del mercado de trabajo para medir la inserción laboral masculina y femenina, se señala que en primer lugar, desconocen la significación y el aporte económico de las tareas reproductivas realizadas por las mujeres en tanto se define actividad económica como ocupación remunerada (CEPAL, 1997). Según datos de Naciones Unidas, 66% del trabajo de las mujeres en el mundo es no remunerado y 34% se realiza en forma remunerada. Los hombres en cambio lo hacen 76% en forma remunerada y un 24% no remunerada. En su conjunto, las mujeres trabajan en promedio un 13% más que los hombres contabilizando ambos tipos de trabajos. Asimismo, el tiempo dedicado al trabajo no remunerado en el mundo, es prácticamente equivalente al del trabajo remunerado [Human Development Report (1995), UNDP, New York, citado en Bonino y Espino (1998).]. La IV Conferencia Internacional de la Mujer de Beijing recogió la necesidad de registrar estadísticamente e incluir en el producto bruto de los países el trabajo doméstico, de manera de contribuir por esta vía a conceder al aporte invisible y no pago que hacen las mujeres a la sociedad, el status de trabajo y el reconocimiento social y político. En el caso de la población femenina que habita en las áreas rurales, el trabajo que desarrollan en el ámbito doméstico en pequeñas unidades de producción agropecuaria, incluye actividades de subsistencia no comerciales (producción agrícola para consumo doméstico) o actividades, que aunque se comercializan en el mercado, se realizan en el entorno familiar de manera no remunerada. Por lo tanto, el trabajo de las mujeres del sector rural puede subestimarse aun cuando sea para el mercado. Esto cobra particular importancia cuando se realizan análisis comparativos entre países, ya que en aquellos en que el sector rural tiene una mayor importancia relativa podría subestimarse la participación femenina en la fuerza de trabajo en relación a los que tiene mayor importancia el empleo urbano. Además de la significación propia y el valor económico de las tareas reproductivas, el hecho de que estén socialmente adscriptas al rol femenino condiciona la inserción laboral de las mujeres. Se ha señalado que entre los mecanismos que impiden u obstaculizan ejercer los derechos de participación social, política y económica y en particular, de acceder a un trabajo estable y regular, el género tiene una posición destacada. A través de la desigualdad de género se institucionaliza una forma de desventaja social consistente en la asimetría entre hombres y mujeres. Las situaciones de segregación son uno de los aspectos de los procesos de exclusión que afectan a hombres y mujeres al crear espacios diferenciados que determinan un acceso desigual a los recursos (de Oliveira y Ariza, 1997) El trabajo extradoméstico de las mujeres Las diferencias en la participación en el trabajo remunerado no solamente se da en términos de la proporción de hombres y mujeres activos, empleados o desempleados. El sector de actividades, las categorías y tipos de ocupación, la posición ocupacional en que se ubican unos y otros, así como los ingresos promedio recibidos por trabajo, muestran notables diferencias. Los indicadores tradicionales del mercado de trabajo --si bien permiten solo parcialmente dar cuenta de la complejidad de los mecanismos de exclusión relativos al género--, muestran fuertes asimetrías entre los sexos, apoyadas en diversas formas de segregación. Los condicionamientos vinculados con las tareas reproductivas y los patrones culturales y sociales de inserción femenina, así como las diversas formas de discriminación por sexo, se ponen en evidencia en la concentración mayoritaria de las mujeres en determinados sectores de actividad (servicios y comercio) y tipos de ocupación. Distintos estudios constatan la existencia de concentración del empleo femenino en un número reducido y determinado de sectores y ocupaciones consideradas típicamente femeninas (calificación de género), manteniéndose restringido el acceso de las mujeres a otras profesiones o calificaciones. A esa segregación horizontal se sumaría la segregación vertical o sea la concentración de mujeres en los niveles más bajos de cada ocupación, lo que también significa puestos de trabajo peor remunerados y más inestables. (Aguirre, R. 1995; De Oliveira y Ariza, 1997) Dichos condicionamientos también se aprecian en la fuerte proporción de mujeres subempleadas o empleadas a tiempo parcial (Aguirre, 1995, Aguirre y Espino, 1998). Por ejemplo, la proporción de las mujeres uruguayas que se insertan a tiempo parcial en el mercado de trabajo es importante, alrededor de un tercio están ocupadas con empleos de menos de 30 horas por semana y esta situación se polariza entre los niveles educativos extremos. La importancia de mejorar las posibilidades de inserción laboral de las mujeres además de los factores vinculados a la justicia social y la igualdad de oportunidades, está relacionada con la eficiencia en la asignación de los recursos y en particular, con las situaciones de pobreza. La exclusión del empleo y por consiguiente la falta de ingresos propios de las mujeres, además de las condiciones de pobreza a nivel personal tiene otros efectos. CEPAL [ CEPAL, Panorama Social de América Latina (1995) citado en Bonino y Espino, 1998.] señala que "en los países de la región alrededor del 30% del ingreso del total de los hogares urbanos en que ambos cónyuges trabajan, proviene del ingreso de las cónyuges. Pese a que las cónyuges participan relativamente menos en actividades remuneradas en comparación con mujeres jefas de hogar, su contribución económica es muy importante .... y permite que los índices de pobreza sean mucho menores de los que podrían ser sin su aporte. Sin este aporte el nivel de pobreza urbana representaría un incremento de entre un 10 y un 20%". Por otra parte, las jefas de hogar sufren mayor nivel de desempleo, muestran menos cantidad de horas trabajadas, salarios más bajos y dificultades para participar en el mercado laboral que sus pares hombres. Las dificultades que plantea a las mujeres sin cónyuge la necesidad de compatibilizar las tareas domésticas con el trabajo remunerado, explican la menor actividad económica de estas mujeres en comparación con los jefes varones. Según datos de CEPAL (1995) [ CEPAL, Panorama Social de América Latina (1995) citado en Bonino y Espino, 1998.] mientras la participación económica de los jefes oscila entre 80 y 90%, la de las mujeres en la misma situación es de 40% y 60% en las zonas urbanas. Esto significa que el papel del ingreso de las mujeres es clave, en especial el de las jefas de hogar, en los hogares pobres. Otros estudios comparan como distribuyen su ingreso hombres y mujeres y concluyen que el de las mujeres permea directamente a la familia, a diferencia del ingreso de los hombres que puede ser canalizado hacia otros destinos (Bonino y Espino, 1998). En síntesis, la mayor vulnerabilidad de las mujeres en el mercado laboral se debe a la persistencia de enormes desigualdades entre ellas y los hombres en las condiciones laborales y sobre todo, en los ingresos. Estas desigualdades son producto de un conjunto de factores, entre los cuales se halla la diferente oportunidad de acceso al trabajo, la inserción particular de las mujeres entre los sectores de actividad y su relativa mayor inserción en el sector informal o como asalariadas precarias. 3. Características generales de la inserción laboral femenina en la regiónEn la región del Mercosur, las mujeres han continuado incorporándose a la población activa y consolidando su participación en el empleo. Ello puede apreciarse a través de un conjunto de indicadores: altas tasas de participación para los distintos tramos etarios, crecimiento del empleo femenino, disminución en promedio de las brechas de ingreso entre hombres y mujeres. Al mismo tiempo, las mujeres continúan siendo las más afectadas por el desempleo, se ubican mayoritariamente en empleos de menor productividad e ingresos y en condiciones de mayor precariedad tanto como asalariadas en microempresas, cuentapropistas y empleadas en el servicio doméstico. La tasa de participación económica de las mujeres ha continuado aumentando en los años recientes, siendo la más alta la exhibida en Paraguay. Dichas tasas son sustancialmente mayores entre los 25 y 49 años en todos los casos, lo que pone en evidencia que las mujeres no se retiran del mercado en las edades reproductivas (Cuadro 1). Esto supone modificaciones relacionadas a la organización de la vida cotidiana de los hogares y en la magnitud de trabajo requerida dentro y fuera del espacio doméstico (Arriagada, I; 1997). Para ambos sexos las menores tasas de participación según niveles de instrucción se observan entre quienes tienen los niveles más bajos (0 a 3 años de estudios) mientras que las tasa de actividad de las que poseen más de 13 años de estudios es la que se aproxima más a la de los hombres (Cuadro 2) Las tasas femeninas de desempleo son superiores a las de los hombres en todos los casos y particularmente en Uruguay, donde prácticamente duplican a las masculinas (Cuadro 3). La participación del empleo femenino tiende a concentrarse entre las trabajadoras por cuenta propia y empleadas domésticas. En Paraguay este conjunto de trabajadoras alcanza al 64% de las ocupadas (Cuadro 4). Las mayores diferencias de ingresos por sexo en todos los países se observan entre las mujeres mayores de 35 años; estos diferenciales son superiores en Brasil, seguido por Paraguay y Uruguay. Dichas diferencias son mayores en los ingresos totales derivados del trabajo de hombres y mujeres que en la comparación entre los ingresos estrictamente salariales. Es probable que esto último se relacione con la existencia convenios salariales en el sector privado que tienden a disminuir las situaciones de discriminación, y en el sector público, a que las retribuciones podrían tener una menor dispersión, debido a las lógicas propias de contratación y fijación salarial, de promoción y ascenso (Cuadro 5). Cuando se consideran los ingresos globales por trabajo, el sector de los trabajadores por cuenta propia presenta remuneraciones muy dispersas debido a la heterogeneidad de situaciones, al efecto de la segregación del empleo femenino en puestos mal remunerados, a lo que debe agregarse que el servicio doméstico, en el cual predominantemente se ocupan mujeres, se ubica entre los empleos peor remunerados. Las diferencias de ingresos según niveles educativos en Argentina son similares para todos los niveles; en el resto de los países en cambio, esas diferencias son significativamente mayores entre los que tiene mas años de estudios, y la situación es semejante cuando se comparan el conjunto de los ingresos del trabajo y los salariales (Cuadro 6). La proporción de mujeres ocupadas en sectores de baja productividad es mayor que la de los hombres para todos los países de la región, y ello es atribuible a la mayor participación entre las trabajadoras del empleo por cuenta propia y del servicio doméstico (Cuadro 7). La mejora en los niveles educativos de la población femenina ha contribuido a la persistente incorporación de las mujeres al trabajo remunerado al tiempo que se ha visto estimulada por cambios en los patrones culturales, y modificaciones en el estilo de vida de los hogares y en las formas de consumo. La creación de puestos de trabajo en sectores en los que las mujeres tradicionalmente se han insertado, como los servicios, ha alentado dicha incorporación. Por su parte, es posible que la ampliación de la demanda femenina se explique en cierto modo por el efecto abaratamiento de la mano de obra, dada la posible reducción del costo laboral correspondiente a las diferencias de ingresos entre hombres y mujeres (CEPAL, 1998). La revisión de la información sugiere que la mayor participación de las mujeres en el mercado laboral pese a ciertas mejoras, no ha asegurado cambios sustantivos en su situación como trabajadoras, manteniéndose desigualdades en los ingresos y en la calidad del empleo que no se explican por los niveles de educación alcanzados. La presencia de brechas todavía muy significativas está asociada al mantenimiento de importantes factores de discriminación y paralelamente, a la segregación ocupacional. III. LA PERSPECTIVA DE GÉNERO Y EL MERCOSUR1. El género en las instituciones del MercosurEn el tratamiento de los temas laborales en el interior de la estructura institucional del Mercosur, la perspectiva de género ha sido prácticamente inexistente hasta el presente, lo que probablemente responde por un lado, al propio carácter del proceso de integración y por otro, a las características de los movimientos sindicales. En relación a lo primero, se hace referencia al reducido espacio que ha tenido la dimensión social en este proceso y la concepción restrictiva de la misma al ámbito de negociación entre empresarios y trabajadores. En lo que respecta al movimiento sindical, la presencia de las mujeres es todavía débil en los países de la región, a pesar del aumento de la participación relativa de la fuerza de trabajo femenina, y el desarrollo de actividades orientadas a colocar la problemática de género en la agenda sindical. Dicha debilidad se expresa en la escasa participación y representación en las direcciones y por lo tanto, en las negociaciones; en la ausencia de la temática de género en las plataformas sindicales; en la relativa o total falta de reconocimiento de intereses específicos por parte del sindicalismo. Un conjunto de factores contribuyen a explicar la escasa incidencia de las mujeres en el ámbito sindical, de sus demandas y reivindicaciones: el sindicalismo representa principalmente al sector más tradicional de la fuerza de trabajo dentro de los asalariados típicos mientras que la inserción laboral femenina es mayoritaria en unidades de producción unipersonales, entre quienes trabajan por cuenta propia y en el servicio doméstico; el espacio sindical es esencialmente masculino, en términos de dinámicas de participación, discurso, lenguaje e intereses y predomina una concepción que considera idénticos intereses y demandas entre los trabajadores (Espino, 1998) La experiencia internacional en relación a la cuestión de género en los procesos de integración regional registra sus principales antecedentes en las instituciones de la Comunidad Europea desde su fundación: compromiso de los Estados miembros a aplicar el principio de igualdad de retribución entre hombres y mujeres para un mismo trabajo (Art.119 del Tratado de Roma, 1957); declaraciones de igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres, respecto a remuneraciones, educación, protección social y conciliación de responsabilidades en el trabajo y la familia (Carta Social, 1989); cláusula de antidiscriminación basada en el sexo (Tratado de Amsterdam, 1997). En el caso del NAFTA, en el Acuerdo Suplementario sobre Asuntos Laborales esta temática se halla tratada en relación a la observación de dos principios básicos: eliminación de la discriminación en el empleo (discriminación sobre la base de la raza, la religión, la edad, el sexo y otras razones) e igualdad salarial para hombres y mujeres. Su falta de cumplimiento no implica una sanción comercial (Frohmann, 1996) En el ámbito institucional del Mercosur como resultado del conjunto de acciones emprendidas desde los ámbitos oficiales que se ocupan de la situación de las mujeres en cada uno de los países y desde la sociedad civil a través de las Organizaciones No Gubernamentales, el Grupo Mercado Común (22 de julio de 1998), resolvió "establecer un ámbito de análisis de la situación de la mujer respecto a la legislación vigente en los Estados Partes del Mercosur, en lo que se refiere al concepto de igualdad de oportunidades". Para ello creó mediante esa resolución, la Reunión Especializada de la Mujer (REM) con el objetivo de contribuir al desarrollo social, económico y cultural de las comunidades de los países miembros. Las representaciones son gubernamentales y pueden contar con "el asesoramiento del Foro de Mujeres del Mercosur, así como con otras asociaciones regionales sin fines de lucro".
La Declaración Sociolaboral del Mercosur en el capítulo de Derechos Individuales, Promoción de la igualdad, artículo tercero, se incluye la igualdad trato y oportunidades entre mujeres y hombres y el compromiso de garantizarla a través de la normativa y las prácticas laborales [ En la propuesta de la CCSCS la cláusula al respecto era la siguiente: "Los Estados partes garantizan a través de la normativa y prácticas laborales, la vigencia y puesta en práctica de la igualdad de trato y de oportunidades entre hombres y mujeres, en particular en lo referente al acceso al empleo, remuneración, condiciones de trabajo, protección social, educación formación profesional y promoción de la carrera profesional".]. 2. El Observatorio del Mercado de Trabajo del Mercosur y la perspectiva de géneroObjetivos y actividades del Observatorio La finalidad del Observatorio es "facilitar la toma de decisiones referentes al mercado de trabajo, fomentando la producción, recolección, análisis y difusión de información sobre el mercado de trabajo en el Mercosur, entendiéndose como tales las referentes al empleo, las migraciones laborales, la formación profesional, la seguridad social, las normas regulatorias de los mercados de trabajo y las políticas y programas públicos que traten respecto a estas áreas temáticas". Para ello se plantea un conjunto de objetivos orientados a consolidar información producida en el ámbito del Mercosur; crear, mantener y divulgar una base de datos comparables; relacionarse con instituciones que realizan investigaciones; facilitar el conocimiento de estudios e informaciones sobre los resultados de las políticas, proyectos y programas de acción. En apartados anteriores se fundamentó respecto de la existencia de asimetrías entre trabajadores y trabajadoras atribuibles al género y por lo tanto, acerca de la necesidad de conocer la realidad laboral de los países de la región atendiendo a esta variable. Ello resulta necesario a los efectos de tener diagnósticos comprensivos de la realidad, asumiendo la complejidad de las condicionantes de la situación de los trabajadores, y de conocer la evolución de esas situaciones para identificar los impactos de las políticas implementadas. Por su parte, la incorporación de la perspectiva de género en los objetivos y actividades del Observatorio constituye un importante apoyo para la consecución de las metas que propone la Declaración Social del Mercosur respecto a la vigencia y puesta en práctica de la igualdad de trato y de oportunidades entre hombres y mujeres. Transformaciones e interrogantes Los mercados de trabajo de la región están sufriendo una serie de transformaciones asociadas a las nuevas modalidades de inserción internacional de las economías, al proceso de integración y como consecuencia, a la búsqueda de competitividad por la vía del abaratamiento de los costos laborales y la introducción del cambio tecnológico. En particular, se ha constatado la tendencia creciente a la flexibilidad laboral externa, ligada a normativa, institucionalidad y política laboral, y la flexibilidad laboral interna (la capacidad de adaptación al cambio de los mismos recursos humanos con que cuenta la empresa). Ambas modalidades en la práctica se combinan a través de la flexibilidad numérica (número de ocupados, despidos, contratos temporales y eventuales, jornada e intensidad del trabajo) y funcional (externalización y subcontratación de actividades, calificación y polifuncionalidad). Todo ello a afectado a importantes sectores de los trabajadores típicos urbanos y está relacionada con el deterioro de la calidad del empleo, por el aumento del subempleo y la precariedad (inestabilidad en el empleo, falta de cobertura de la seguridad social) entre otros factores. Las diferencias existentes entre los cuatro países en términos de actividades, dinámicas productivas y desarrollo tecnológico, dan lugar a desplazamientos de actividades y a modificaciones en la cantidad de puestos de trabajo y por lo tanto, a desequilibrios en el mercado laboral, ya sea por cambios en el nivel de la demanda de trabajo o en las características de la misma (calificación, habilidades y competencias) y a desajustes según regiones geográficas y segmentos de la población trabajadora. En lo que se refiere específicamente a la fuerza de trabajo femenina, puede señalarse que las mujeres pueden ser más fácilmente objeto de una mayor explotación como fuente de competitividad a causa de varios factores: los menores salarios que perciben en promedio, su menor experiencia como trabajadoras, la discriminación para el acceso a determinados puestos, las carencias en términos de representación sindical, etc. La rebaja de las condiciones laborales o en las exigencias de esas condiciones, es muy factible de realizar en base al trabajo femenino. A ello contribuye la dispersión de las micro y pequeñas unidades de producción, la falta de organización sindical, la carencia de conocimientos acerca de los derechos de las trabajadoras y de las leyes protectoras -que pueden convertirse en costos que los empresarios no están dispuestos a asumir como parte del esfuerzo por conquistar mayor competitividad-, etc. En síntesis, la información sobre el mercado de trabajo en el Mercosur debería aportar elementos para mejorar el conocimiento de la situación de hombres y mujeres en el marco de los diferentes procesos económicos y sociales por los que atraviesan los países de la región, de manera de responder a interrogantes tales como los que se plantean a continuación: ¿Seguirá siendo la fuerza de trabajo femenina especialmente afectada por el desempleo? ¿Las actividades que se dinamizan, muestran capacidad para generar empleo para las mujeres? ¿Los desplazamientos entre actividades, considerando la fuerte segmentación existente y los factores que la impulsan, pueden ser acompañados por la fuerza de trabajo femenina? ¿la demanda será capaz de absorber mujeres en cualquier puesto de trabajo? ¿Qué pasa cuando las mujeres se ubican en puestos de trabajo que hasta ahora eran "masculinos"? ¿las mujeres pueden solamente sustituir a los hombres cuando éstos abandonan estas actividades? ¿Cómo afecta a los trabajadores el cambio tecnológico y la reorganización de los procesos de producción y de trabajo según sexo? ¿Cuál es el impacto de la flexibilización laboral? ¿Cómo afecta la precarización del empleo a los trabajadores de ambos sexos? ¿Hombres y mujeres tienen las mismas posibilidades de emigrar a otros países o zonas geográficas en la búsqueda de mejorar las condiciones de vida y de trabajo? A nivel del contexto, en la medida que este puede favorecer o no el éxito de estrategias desde un punto de vista de género, debería obtenerse información sobre aspectos institucionales, que tienen que ver con la adopción de normas internacionales de derechos de las trabajadoras, la observancia de las mismas, etc. 3. Observatorio de Trabajo del Mercosur y la igualdad de oportunidades en el empleo. Aproximación a una propuesta
Criterios y necesidades de información La producción, recolección, análisis y difusión de información sobre el mercado de trabajo en la región que se propone el Observatorio orientada por el objetivo de la igualdad de oportunidades requiere considerar ciertos criterios [ Los criterios y necesidades de información que se plantean en este documento siguen las recomendaciones de Gálvez, T. en Revista de Economía & Estadísticas Nº8.]:
Los requisitos de información sobre el mercado de trabajo podrían establecerse a partir de las necesidades planteadas desde dos dimensiones, una relacionada al hogar y la demografía y otra, la del trabajo. En relación a la primera los indicadores deberían recolectarse en función de algunos problemas que se señalan a continuación:
En lo que refiere a la dimensión del trabajo, los temas sobre los que interesa disponer de información y análisis son:
Los indicadores A continuación, tomando como base algunos aspectos de la propuesta de Pollack (1997) y Aguirre y Espino (1998), se señalan un conjunto de indicadores que consideran aspectos relevantes para establecer diagnósticos y diseñar políticas y programas dirigidos a mejorar la inserción laboral de hombres y mujeres incorporando la perspectiva de género. Este listado no pretende ser exhaustivo sino que constituye una primera aproximación, en la medida que la elaboración definitiva de un sistema de indicadores, requeriría un amplio conocimiento de las fuentes y posibilidades de información en cada país, así como establecer consensos respecto a los intereses y preocupaciones de las organizaciones sindicales de la región. Por su parte debe considerarse, que en algunos casos se trata de información que estando relevada por los organismos competentes no se procesa y/o no se publica; en otros, la información no se releva por parte de las principales fuentes de información, en general las encuestas a los hogares, como por ejemplo, el tiempo dedicado al trabajo doméstico o algunas especificaciones respecto al tema de la precariedad [Los nuevos procesamientos como la inclusión de preguntas en las encuestas que permitan obtener información adicional requieren para viabilizarse voluntad política por parte de las autoridades públicas y financiación.]. El primer grupo de indicadores que se presenta, trata de diferenciar la inserción de las mujeres en la actividad económica debida a las necesidades de compatibilizar su rol reproductivo y productivo; el segundo, está constituido por los indicadores tradicionales; el tercero, intenta dar respuesta a las interrogantes que derivan de los nuevos fenómenos que se observan en el mercado laboral y son quizá, los que plantean mayores desafíos en términos de producción de información y de las formas de recolección de la misma; finalmente, el último grupo, pretende dar cuenta de las situaciones diferenciales respecto a las oportunidad de acceder a los recursos según distintos grupos sociales. Indicadores de especificidad de género en el mercado de trabajo
Indicadores tradicionales del mercado de trabajo
Indicadores de calidad del empleo (formas de inserción laboral y de exclusión)
Indicadores de acceso a los recursos productivos
Criterios operativos En el diseño de la base de datos debería considerarse:
De manera de contribuir a la participación y al aporte de diferentes organizaciones sociales y espacios gubernamentales, sería conveniente elaborar y difundir una publicación, que contenga la información estadística relevada por el Observatorio en forma resumida y comentada. COMENTARIOS FINALESLas transformaciones económicas que se han dado en la región tienen indudables repercusiones sociales. Estas no son idénticas para hombres y mujeres debido a las diferencias originadas en los roles que socialmente le son asignados a ambos sexos, tanto en el ámbito privado y como en el público. Para que estas transformaciones económicas y sus impactos deriven en beneficios para la vida de mujeres y hombres en el marco general de las mejoras que se aspiran a obtener mediante los procesos que encaran nuestros países, una de las condiciones necesarias es la equidad de género. Dada la importancia que el acceso al empleo y la generación y obtención de ingresos reviste en nuestras sociedades como factores de inclusión social, las acciones tendientes a lograr la igualdad de oportunidades en el empleo para ambos sexos son de primer importancia. La multiplicidad de las interrogantes respecto a los impactos de los procesos que viven nuestras economías, sobre el empleo y la fuerza de trabajo femenina plantea la necesidad de sensibilizar y crear conciencia respecto a esta problemática, en primer lugar, visibilizándola. Esto es, promoviendo el reconocimiento de la coexistencia en el mercado laboral de diferentes realidades y entre ellas, la de las mujeres y la de los hombres. Esas realidades encubren situaciones de discriminación hacia las mujeres que además de ser injustas en sí mismas, al perjudicar a una proporción cada día más importante de la fuerza de trabajo significan una amenaza para las condiciones laborales del conjunto de los trabajadores. Todo esto pone de relieve la necesidad de obtener nuevos conocimientos acerca de cada una de las realidades nacionales, y de las ventajas y desventajas para trabajadoras y trabajadores en relación a las transformaciones. Una de las bases para formular políticas y programas orientados a los objetivos de la igualdad de oportunidades radica en la elaboración de diagnósticos comprensivos de la realidad, capaces de captar las complejidades mediante sistemas de información adecuados a las nuevas realidades y con indicadores sensibles al género. BIBLIOGRAFIAAguirre, Rosario Transformaciones recientes del empleo femenino en el Uruguay. Serie Seminarios y Talleres Nº86. CIEDUR. Montevideo. 1995 Aguirre, R. Espino, A. Mercado de trabajo y calidad del empleo de las mujeres en Uruguay. Informe encargado por el Equipo Técnico Multidisciplinario Santiago de Chile OIT. Marzo de 1998. Alonso, J; Espino, A; Mazzuchi, G. El MERCOSUR y los trabajadores. CIEDUR/FESUR.1994. Montevideo. Arriagada, Irma Realidades y mitos del trabajo femenino urbano en América Latina Serie Mujer y Desarrollo, Nº21. Unidad Mujer y Desarrollo. CEPAL. Agosto de 1997. Santiago de Chile. Ata Nº 5/98 MERCOSUL/ GMC/SGT 10/Comissao Ad hoc sobre a dimensao social do MERCOSUL Bonino, M., Espino, A. Género y pobreza en Uruguay. Una propuesta de indicadores para caracterizar la situación de pobreza de las mujeres. CIEDUR.1998. Montevideo CCSCS Relatório da atividades do Seminário Internacional. Açâo sindical: emprego e direitos socias no Mercosul Comunicado Conjunto de los presidentes de los países del MERCOSUR. VII Reunión del Consejo del MERCOSUR, Ouro Preto, diciembre de 1994. Cruz, Carmen La política de igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres en la Unión Europea, sus estructuras y mandatos. (Ponencia) Reunión Consultiva para la creación de un mecanismo de igualdad de oportunidades en el marco del Tratado Mercosur. Río de Janeiro, diciembre de 1997. UNIFEM y Consejo Nacional de los derechos de la Mujer del Brasil. de Oliveira, O. y Ariza, M. División sexual del trabajo y exclusión social. Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo. Año 3, Nº 5, Sao Paulo. Brasil. Noviembre de 1997. Espino, Alma El MERCOSUR y las mujeres. Una aproximación desde la perspectiva de género a la dimensión social de la integración. Montevideo, 1994. Seminarios y talleres Nº 81 ---------------------- Mujeres, trabajo y MERCOSUR: una red de información y comunicación. Montevideo, 1995. Seminarios y talleres Nº87. ESPINO, Alma, coord. Sindicalismo en femenino: pasado y presente. Montevideo. CIEDUR-FNV, 1996.
Frohmann, Alicia Acuerdos comerciales, empleo e igualdad de oportunidades ¿Qué le conviene a Chile? FLACSO, Chile. Gálvez Pérez, Thelma Igualdad de oportunidades: indicadores estadísticos en Revista de Estadística & Economía Nº8 Oficina Internacional del Trabajo (OIT) Seminario regional tripartito sobre regulación del trabajo de la mujer en América Latina. Montevideo, 22 al 24 de julio de 1993. Padrón, A; Rodríguez, J.M. MERCOSUR desde la perspectiva sindical. FESUR. 1993. Montevideo. Padrón, Alvaro El sindicalismo latinoamericano y los procesos de integración regional. Friedrich Ebert Stiftung OIT.1998. Santiago de Chile. Pollack, Molly Reflexiones sobre los indicadores del mercado de trabajo para el diseño de políticas con un enfoque basado en el género. Serie Mujer y Desarrollo, Nº19. Unidad Mujer y Desarrollo. CEPAL. Julio de 1997. Santiago de Chile. ANEXO ESTADÍSTICOVer cuadros Cuadro No 1
Cuadro No 2
Cuadro No 3
Cuadro No 4
Cuadro No 5
Cuadro No 6
Cuadro No 7
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